Cuarenta y ocho cuotas

Claro, para nadie era una gracia usar unos pantalones brillantes por tantos años de planchado y menos lo fue aquella vez que me tocaron unos “impecables” pantalones con un chicle pegado en el bolsillo. El problema no era sólo tener que evitar guardarme los torpedos en ese lado del pantalón. El asunto trágico era cuando el calor veraniego dilataba el chicle y por el muslo me empezaba a correr la transpiración por culpa del bendito caucho recalentado (una cosa es pisar un chicle y otra muy distinta es llegar todos los días con la pierna con olor a tutti-frutti, claro está).
Mientras hoy mi hermana tiene ocho pares de zapatillas, pierde la parka del colegio semana por medio y usa cuadernos con doble espiral y tapa dura, yo me tenía que conformar con hacer gimnasia con un buzo térmico comprado en los ochenta para alguno de mis hermanos (sí, los mismos buzos de colores discretos, sonajera de entrepi

Ahora en cambio, el “festival de la cuota sin pie y sin interés” hace posible cualquier cosa. Los pingüinos actuales se quejan de la LOCE, pero tienen un pantalón de colegio para cada día de la semana. Y cómo no, si por las 2 lucas novecientos que cuesta uno en el Líder, hasta yo he pensado comprarme unos cuantos para ir a la pega. Total, el dinero plástico lo soporta todo.
Comprar el pan a 24 cuotas, pagar la patente del Lada Samara con la Tarjeta París o sacar a crédito la lista completa de útiles escolares de Dylan Felipe en Guendelman son sólo algunas de las nuevas costumbres de la versión 2.0 de la clase proleta, que vendría siendo igualita a la de Javier a los 10 años, pero con un televisor de plasma, un Play Station 8 y un celular con mp3, cámara de 3.1 megapixeles y cortapatillas all includes.
Y para los que no quisieron estudiar ingeniería comercial por no ser una carrera creativa, lamento decirles lo mucho que se equivocaron. ¿Por qué? Porque de seguro ni el padre del dinero plástico en Chile, Sebastián “mapochonavegable” Piñera, logó imaginar la cantidad de cosas que llegarían a pagarse en cuotas.

Resulta que ahora, con el paso de los años, todo es potencialmente “cuoteable”. Se cuotean los cargos ministeriales según partido político, se cuotean los jurados del Festival de Viña según el canal al que pertenecen e incluso las cosas más insólitas.
Una tumbita en el Parque del Recuerdo pagable hasta 8 años en UF, para empezar a creerse la muerte. Un par de pechugas nuevas y unos cuantos michelines menos hasta en 48 cuotas con la tarjeta Presto... y lo insólito de lo insólito: divorcio entre 3 y 18 cuotas con la tarjeta Johnson’s Multiopción.
En fin... el que quiera celeste, que lo pague a crédito.
4 Comentarios:
Las cuotas... la mejor manera de llenar la casa de facturas :P
mayo 04, 2007
No se si oiste alguna vez el rap de Ana Botella de las peras y las manzanas, es muy bueno, aquí te lo dejo:
http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=174456755
Ana, esa mujer...
mayo 04, 2007
Ah si, su maridin, nuestro inefable amigo Ansar, tiene su propia canción:
http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=170119778
Estamos trabajando en ellouuuu
mayo 04, 2007
Una tumbita en el Parque del Recuerdo pagable hasta 8 años en UF, para empezar a creerse la muerte...
jaja muy bueno no pare de reir con ese comentario..
muchos saludos y muy buenas tus historias... ahora te dejo porq ire a pagar una cuota a falabella.. jaja
passi
mayo 18, 2007
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